¿QUÉ ES EL CÍRCULO VIRTUOSO DE LA INTEGRIDAD PÚBLICA?

¿Qué es la integridad pública? La OCDE en su Recomendación sobre Integridad Pública la define como “el posicionamiento consistente y la adhesión a valores éticos comunes, así como al conjunto de principios y normas destinadas a proteger, mantener y priorizar el interés público sobre los intereses privados”. En el momento actual y tras la crisis generada por la Covid-19 y ante la difícil situación producida es preciso reclamar la centralidad de la integridad pública como eje en el funcionamiento del sector público en la asunción de los retos de futuro.

Para ello podemos llevar a cabo una revisión de dicha definición en clave aplicativa, conformada por la conjunción de diferentes factores, pudiendo hablar del “Círculo virtuoso de la Integridad Pública” (si bien resulta aplicable a la Integridad, con independencia del sector público o privado), que se estructura en torno a cuatro ejes: Buen Gobierno, Compliance, Liderazgo Directivo y Sostenibilidad, con la proyección con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Este Círculo virtuoso de la Integridad Pública garantiza los derechos fundamentales de la ciudadanía, la prestación de servicios públicos de calidad y permite una eficiente asignación y utilización de recursos públicos, recuperando y reforzando la confianza de la ciudadanía en las instituciones públicas.

A continuación desgranamos los pilares sobre los que debe estructurarse la integridad pública en pleno S XXI:

  • Buen Gobierno

Buen gobierno que afecta no sólo a los responsables políticos sino que en una concepción amplia abarca también la buena administración. Porque este buen gobierno pasa por la adecuada provisión de bienes y servicios a los ciudadanos, en desarrollo de las competencias legalmente asignadas, para la ejecución de las políticas públicas, y para todo ello es necesario contar con los medios económicos. Y ello es así porque la adecuada prestación de los servicios públicos exige esa buena administración que permita su correcta gestión, en términos de calidad,  eficacia y eficiencia, pero también su apertura a la sociedad, para evitar el deterioro de los servicios públicos como consecuencia del deterioro de la integridad y la ética en las instituciones públicas, como decíamos aquí

  • Compliance 

Aunque todavía existen voces discordantes con la aplicación de las técnicas de Compliance al sector público, es sólo por un error de perspectiva. El Public Compliance debe enfocarse no como una vía para evitar la responsabilidad penal, sino como una técnica innovadora, siguiendo los marcos de integridad institucional de la OCDE a través de programas de cumplimiento normativo, adaptados al sector público, como puede consultarse aquí. Se configura así como una herramienta para la mejora de la reputación institucional y democrática de las instituciones públicas, así como una vía para gestión más transparente y eficiente, para la debida rendición de cuentas de la acción pública.

  • Liderazgo Directivo

Porque las personas son el alfa y el omega en todo, también lo son en el aseguramiento del correcto funcionamiento del sector público y el liderazgo directivo resulta fundamental para garantizar los estándares de integridad en las organizaciones. Por ello, la falta de definición de un sistema de Dirección Pública Profesional y la volatilidad de los puestos directivos en función de los cambios directivos ha sido objeto de análisis como una gran debilidad en el sistema actual por expertos como Víctor Lapuente o Rafael Jiménez Asensio y es su reparación el objetivo principal de la Asociación de Dirección Pública Profesional

  • Sostenibilidad 

Los acontecimientos vividos tras la declaración de la pandemia por la Covid19 en marzo de 2020 han creado el necesario sentido de urgencia para abordar los retos de la Agenda 2030 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible, retos que en relación con la integridad pública deben ir más allá de lo contemplado en el ODS 16 “Paz, Justicia e Instituciones Sólidas” . Si bien se trata de un reto compartido por gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y todas las personas, el impulso y liderazgo del sector público resulta clave para su consecución, alineando Objetivos y Metas para la consecución de una mejor sociedad, innovadora, inclusiva, igualitaria, íntegra y transparente.

En tiempos V.U.C.A como los actuales resulta más preciso que nunca reforzar las bases de la integridad pública, alineando los valores públicos con las demandas de la sociedad y desde la toma en consideración del papel de las nuevas tecnologías, que presentan potenciales ventajas en su utilización más avanzada (deep learning/machine learning), pero también serios riesgos de desigualdad e inequidad ante un mal uso o un uso sesgado de las mismas. Por eso, las decisiones sobre cómo abordar los numerosos desafíos actuales, organizativos, tecnológicos, administrativos, normativos y estratégicos y su ejecución deberán estar presididas por el “Círculo Virtuoso de la Integridad Pública”, como brújula que permita, en cada momento orientar dichas decisiones al mejor servicio del interés general..