Y en el 2023 ¿cambiaremos de Alcalde o Alcaldesa?

28 de mayo. Ese día, cuarto domingo de mayo, como cada 4 años, se celebrarán las elecciones municipales (y en algunas Comunidades, autonómicas también). Iremos a las urnas y depositaremos nuestro voto por el partido que hayamos decidido. Sí, por el partido, no por el Alcalde. No olvidemos que en las elecciones locales votamos a los partidos que se presentan a las elecciones, no al Alcalde. Serán después estos partidos los que decidan quién será nuestro Alcalde o Alcaldesa para los próximos 4 años, o no….

Porque aunque el resultado del 28 de mayo arrojará un partido ganador, el que reciba más votos, (sin perjuicio de grandilocuentes declaraciones de la jornada electoral en la que todos ganan), esto no tiene por qué significar que la persona que encabece esa lista sea la que guíe el gobierno municipal. Tras el 28 de mayo y en los 20 días siguientes entrará en juego lo que se conoce como la geometría variable, más prolífica en el mundo local, con sumas y restas,  negociaciones a veces completamente desproporcionadas, en el que un único concejal decidirá quién será el Alcalde, cuando no se propone a sí mismo, en un ejercicio de egolatría máxima tan alejada del servicio público.

Parece que son elecciones menores, las menos importantes, frente al gobierno estatal o autonómico, pero no es así. Pensemos en nuestro día a día. El gobierno local es el más próximo a la ciudadanía, a los problemas cotidianos y a servicios públicos que definen nuestra calidad de vida habitual, definen el modelo de ciudad, la gestión del tráfico, pero también en ámbitos directamente vinculados con el Estado del bienestar. Recaudan impuestos, reciben ingresos del Estado y la Comunidad Autónoma (mucho menos de lo que un justo y revisado sistema de financiación municipal debería permitir) y deben convertirlo en riqueza, en crecimiento económico y ser transparentes en su gestión, compartiendo sus decisiones con la ciudadanía.

Piénselo un momento, cuando hay un problema relacionado con la gestión pública ¿a dónde acude? Al Parlamento Autonómico, el Hórreo  o a la sede del ejecutivo Autonómico, San Caetano, en Galicia, ? A Madrid? Al Congreso de los Diputados o a la Moncloa? No, a su ayuntamiento, a hablar con la persona de la Corporación que conoce o a la que tiene forma de llegar, para pedirle que intermedie, que haga algo. Así encontramos mociones de ayuntamientos de todo tipo y de temas variopintos. Recuerden la crisis de las preferentes, cuando las personas afectadas se encerraban en sus ayuntamientos, reclamando el apoyo de su Corporación. Los Ayuntamientos no han tenido nunca ni tienen competencias en relación con la ordenación bancaria, pero dónde ir sino. Y por supuesto, les dieron su apoyo.

Por eso, la decisión que tomemos el 28 de mayo debe ser una decisión reflexiva, meditada, en la que exijamos rendición de cuentas a los que han gobernado y compromisos claros a los que pretenden gobernar o volver a gobernar. Sin embargo, en las elecciones municipales las pulsiones personales tienen una gran importancia, “me gusta/no me gusta” la persona que encabeza la candidatura, es en ocasiones el único factor que decanta el voto (por no hablar de posibles razones clientelas). Cambiemos esa dinámica. Como decía un famoso superhéroe “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Elegir democráticamente a nuestros gobernantes es algo que no se puede hacer en todos los países, así que ejerzamos ese poder con sentidiño.