Agosto es un mes de descanso, de tranquilidad, de olvidarse de las dificultades y pensar en disfrutar. También para los responsables públicos, aunque éstos siempre están de guardia. Debe ser un mes para reponer fuerzas, desconectar, pero también para reflexionar sobre el post-verano, y en el caso del gobierno y la administración, para planificar el rumbo del otoño, en especial, en un otoño ya preelectoral, ya que aunque en Galicia no tenemos aún elecciones autonómicas en el horizonte corto, en mayo de 2023 todos los Concellos pasarán por el consabido proceso electoral.
Y en este otoño preelectoral, los responsables públicos, políticos pero también directivos, deben asumir una serie de desafíos y dejar de procrastinar con los temas pendientes. Como decía la famosa serie británica “Yes, Minister”, “En el gobierno mucha gente tiene el poder de impedir que pasen cosas pero casi nadie tiene el poder de hacer que pasen cosas. El sistema tiene el motor de una cortadora de césped y los frenos de un Rolls Royce”. Muy gráfico y aplicable al momento actual aunque la serie tenga ya más de 40 años.
¿Cómo invertir esa ecuación y acelerar el ritmo? Más allá de los retos y desafíos que la economía ofrece en un contexto complejo, con una pandemia, conflicto bélico, crisis energética y que todavía podrá ser mucho más complejo, podríamos identificar, desde el punto de vista de la acción del gobierno y de la administración, tres grandes retos que serán cruciales para no virar el rumbo de la recuperación y mejorar el motor que debe guiar el camino.
El primero, de actualidad, la absorción de los Fondos Europeos. Hace ya dos años que empezamos a escuchar hablar del maná de los Fondos Europeos, y a pesar de ir cumpliendo los plazos para que desde Bruselas se vaya liberando su entrega, no parece que lo estemos haciendo del todo bien. La tarea está siendo titánica (y no demasiado exitosa) en los ámbitos de gestión, como lo demuestra el hecho de que el Ministerio de Hacienda haya tenido que crear una nueva Subdirección General de Sistemas de Fondos Europeos, que permita el seguimiento de la información sobre la planificación y ejecución de los Fondos Europeos. El sistema no parece estar funcionando de la mejor manera.
Y es ahí donde entra el segundo desafío, la transformación de la Administración. Es una premisa indispensable para cumplir con el desafío europeo, pero también para no dejar a nadie atrás y garantizar el Estado del bienestar. Esa transformación debe poner en el centro el papel central de la administración, innovando, emprendiendo y poniendo la reactivación económica y el bienestar de las personas en el eje central de su actuación. Pero para ello es preciso cambiar la cultura de esa administración burocrática, rocosa, impersonal y lejana, por un modelo cercano, de proximidad, ágil y alineado con las nuevas realidades. Nuevas realidades necesitan nuevas formas de gestión.
Y finalmente, en tercer lugar, el refuerzo de la colaboración público-privada. Frente a posturas maximalistas que demonizan al sector privado y les confieren un papel residual, como un mal menor que hay que soportar y del que hay que desconfiar, es necesario apostar por un sector privado responsable, resiliente y concienciado con el papel que les corresponde. Ya existe, responsabilidad social corporativa, criterios ESG o el compromiso con la Agenda 2030 son sólo un ejemplo, pero el debate público/privado no contribuye a optimizar la aportación que desde el sector empresarial, desde el emprendimiento, puede (y debe) contribuir a la recuperación.
Está claro. No habrá reactivación económica si no asumimos, con rigor y seriedad, estos desafíos. Si no los abordamos con un enfoque pragmático y operativo, no solo aprobando más leyes, que en ocasiones será necesario, pero que no garantiza el cambio real. Los deberes que hay que afrontar en este nuevo curso están claros, pero una vez establecido el qué, lo difícil es el cómo. Volviendo a la analogía inicial de “Yes, MInister”, no podemos seguir con un motor de cortadora de césped y frenos de Rolls Royce, es necesario que pasemos por el taller y subamos la cilindrada para coger la fuerza y velocidad que necesitamos. Cambiemos el motor y ajustemos los frenos.